Nuestra historia

Hace 100 años, nuestro bisabuelo paterno Don Miguel, comienza a plantar batatas a mano, con una asada en una pequeña porción de tierra.  Poco tiempo después, suma una máquina de surcos tirada por caballos y luego de una década su primer terreno propio.

En 1957 Don Abelardo, nuestro abuelo,  compra una fracción de campo donde hoy tenemos  el núcleo de nuestro establecimiento.  Se recuerdan esas épocas muy duras, donde además la producción frutícola a largo plazo era un desafío de difícil concreción. 

Nuestro padre Jorge se suma al trabajo del campo en 1972, incorporando campos propios y arrendados, y sumando personal.  Dos años después, con un  crédito del Banco Nación se accedió a los dos primeros tractores, permitiendo modernizar y expandir  la empresa.

La producción de batata siempre fue una de las actividades, y en la década del 80 se adquirió la primera lavadora, para mejorar la colocación del producto en los mercados. Por entonces además, se producía  paja de guinea, un producto muy demandado por esos años, y que resultó de gran importancia para el sostenimiento de las restantes  actividades durante varios años. 

El ingreso formal a la fruticultura, comienza en el difícil año 1989, inspirados por la exportación para desarrollar negocios.  Fue una década de perseverancia, donde  cada año se creció en la producción de cítricos y durazneros. 

La consolidación de la actividad requirió sumar infraestructura propia para empaque. Fueron años tumultuosos, de achicarse para cancelar deudas y ajustarse a la situación del país. Pero después del año 2000 se adquirieron las primeras instalaciones con otros socios y se empezó a procesar fruta con otra escala y llegada a mercados internacionales.